En la etimología de las palabras, encontramos que opinio, del latín, se viene a referir a la acción y acto de formar juicio.
Pero no un juicio en el que el condenado adquiere el derecho de defensa; éste es un asesinato social con premeditación y alevosía. Porque el reo, sea el sujeto agraviado, un hecho manipulado, o una verdad agónica por una mentira aviesa, quedan inermes y sometidos al desprestigio, el acoso, el agravio, o directamente la punición legal que tiene que satisfacer las ansias de “justicia” (sed de venganza) de la opinión pública que lo exige.
De ninguna época como esta, estamos siendo testigos azorados de una verdad escrita anónimamente en el siglo XI y que nos invita a la reflexión, sino directamente a la implementación de correctivos que detengan esta autodestrucción por la palabra.
Todos opinan
Opinan los necios,
lo hacen los legos.
También los estúpidos,
y los que nada saben.
Parece muy fácil
también divertido,
sino fuese cierto
que, de las opiniones,
algunos ingenuos,
que, de la propia carecen,
las toman veraces
y suyas las hacen.
Las defienden firmes.
Contra los que dudan,
tal vez los más sabios,
los que más leyeron
y saben… de todo,
o al menos un poco.
Que se muestran cautos;
que son sigilosos,
reconociendo, humildes,
sus limitaciones, parciales
verdades; las sólo posibles
porque…. de las otras,
poco se sabe.
Pero, nada importa,
opinar es gratis.
Opinar es libre.
La opinión no paga peaje*.
No hay quien la impida
tan solo el recato,
concepto inservible
o tan en desuso
que a nadie interesa.
Respeto y cuidado,
bueno, solo mencionado, acaso.
De ser incendiario,
de ser terrorista;
No medir los daños,
provocar zozobras
angustias, alertas y espanto.
Confundir preceptos
que a todos nos sirven
para, en armonía
vivir dignamente
en paz y alegría.
¡Qué difícil vida, hacemos los hombres!
Cuantas injusticias, escarnios y penas
causamos y hacemos, culpables
o cómplices, verdugos al cabo;
infames de omisión o acto.
La viga en el propio
la paja en ajeno
Hablamos de todo,
callamos lo bueno;
y solo a lo malo, atendemos.
Así nos perdemos
nobleza y amigos
Solos nos quedamos
con el ego erguido,
cual bastón de mando
cual blasón de niño.
Y aunque no lo somos
sí creemos serlo
pagando en los otros
nuestros desaciertos.
Anónimo del siglo XI
Nota
Algunas palabras, inexistentes para la época, fueron adaptadas a la terminología actual.
*Dr. Carlos Nieto
Oga Cultura y Transformación