“EL ROCCA NO SE VENDE”

Abandonado desde 2016, el terreno ubicado en Segurola 1651 supo ser el Instituto de Menores Manuel Rocca contrariando la voluntad para la cual fue cedido ese espacio. Por ello, se presentó en la Legislatura un proyecto para que All Boys pueda hacer uso del espacio por 20 años.

En ese lapso, el club no podrá destinar el inmueble cedido a otro objeto que al cumplimiento de los fines específicos de actividades deportivas, educativas, culturales y de recreación en general y podrá realizar las mejoras necesarias para el cumplimiento de sus fines, en un todo de acuerdo con el Código de Planeamiento Urbano y de Edificación vigentes al momento de su realización

Como contrapartida, All Boys deberá mantener en perfecto estado de conservación todas las instalaciones y construcciones que se le entregan, no pudiendo permitir la instalación de establecimientos comerciales o negocios de cualquier clase en el inmueble cedido siendo a su cargo el pago de las contribuciones, tasas e impuestos que correspondan.

También deberá ceder en forma gratuita y a requerimiento del Poder Ejecutivo las instalaciones del predio para la realización de actividades deportivas, educativas, culturales y de recreación en general a escuelas de gestión pública de la Ciudad por una cantidad mínima de diez horas semanales durante el período comprendido en el calendario escolar.

Manuel Rocca fue un inmigrante de origen humilde que logró trabajar en el país y fijar su residencia en la parte norte de Floresta. A su muerte (según el testamento) debían donar parte de esas tierras a la patria que lo cobijó.

En la manzana limitada por las calles Jonte, Sanabria, Segurola y Alcaraz debía construirse un hospital público. Mientras que en la manzana comprendida por las calles Segurola, Juan A. García, Elpidio Gonzalez y Sanabria (12844 m2) sería construido un asilo que, al igual que el hospital, debería llamarse Manuel Rocca. En el establecimiento habrían de educarse entre 80 y 100 niños pobres. La voluntad de Don Manuel fue volcada en su testamento fechado el 12 de abril de 1913.

La escuela Rocca fue inaugurada por el Presidente Alvear antes de terminar su mandato. Allí concurrieron los chicos del barrio, especialmente los más carenciados. En la escuela se les ofrecía el desayuno, el almuerzo y la merienda. Ésta última, como la primera, estaba compuesta por mate cocido con leche y un pan con manteca. En el almuerzo la sopa era infaltable.

Los alumnos asistían a clase por la mañana, y por la tarde todos hacían trabajos manuales. En 1948 la institución dejó de ser administrada por la Sociedad de Beneficencia y pasó a estar bajo la jurisdicción de la Dirección Nacional de Asistencia Social (cabe destacar que hasta Evita Perón, las primeras damas eran las Presidentas de la Sociedad de Beneficencia, es decir, que siguió estando bajo la órbita de la mujer del Presidente pero desde ese año en otra área, dentro del Estado).

Tras la caída de Perón, la dictadura en 1957 decidió levantar muros en el perímetro de la manzana y crear el Consejo Nacional de Menores, convirtiéndo el asilo Rocca en Instituto de Recuperación y Clasificación de Menores. Nada más lejano a la función para las que fueron donadas las tierras.

En el año 2016 (16 y 17 de abril de 2016), un motín ocurrido en el Instituto terminó con la muerte de uno de los chicos que se encontraba alojado en el lugar. A partir de este hecho trágico el instituto dejó de funcionar y el futuro de esta manzana se tornó incierto.

Luego de ese hecho, el Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad envió a la Legislatura un proyecto que establece la creación de un «centro modelo de reeducación y reinserción socioeducativa» en la zona del Bajo Flores (Bonorino y Castañares). Éste se construiría con el dinero proveniente de la venta de tres institutos:

-Centro socioeducativo José de San Martín, en Baldomero Fernández Moreno 1783 de Parque Chacabuco.
-Centro de Admisión y Derivación Úrsula Llona de Inchausti, de Presidente Perón 2048, Balvanera.
-Centro de Manuel Rocca (Segurola 1601, Monte Castro).

Por la manzana del Rocca la ciudad pensaba obtener casi 11 millones de dólares. El inconveniente fue que Manuel Rocca dejó establecido en su testamento que la manzana debía tener una finalidad educativa. Esa fue la condición con la que donó el terreno.

El primer gran interrogante es el motivo de comprar otro edificio, y la suspicacia que nace de vender un terreno del Estado con un valor de metro cuadrado y comprar uno en un barrio más barato, desconociendo que pasa con la diferencia. Más allá de eso, tampoco se conocen los planes de vivienda que se realizarían en la zona con su venta, como antecedente inmediato está lo ocurrido con el deseo de vender espacios en la Costanera porteña.

Ante ese final abierto, llegó este proyecto impulsado desde la Comuna 10 por Fernando Moya.