Vélez empató en un partido caliente

El Fortín estuvo más cerca pero no pudo con el rojo en Liniers. Un jugador por equipo fue expulsado en un encuentro por la fecha 3 de la Primera división donde faltaron goles y sobraron tiros en los postes.

En líneas generales, fue el local el que generó un poco más de peligro y se las ingenió mejor. De hecho, en los 39 minutos que el juego se disputó 11 contra 11, tuvo las dos chances más claras. Y de cabeza. Primero Pratto (al poste) y luego Bouzat (al travesaño, tras el desvío de Bacchia) estuvieron cerca del gol. Del otro lado, Roa había avisado en lo que sería una constante. El Rojo amenazó mucho pero terminó llegando poco. La más clara, ya en el segundo tiempo, fue un remate que Hoyos le tapó a Romero dando rebote y ganando también en la segunda jugada
Fue a los 39’ del PT cuando Delfino interpretó como intencional un pisotón de De los Santos.

Allí Vélez se vio obligado a bajar un cambió y tuvo que ceder en ofensiva. De hecho, Bouzat dejó el medio para jugar de lateral izquierdo y Ortega pasó a la zaga con Giannetti. Fue tan bueno lo del capitán, que el Fortín jamás sufrió en ataque ni quedó mal parado. Ganó los duelos aéreos, también el mano a mano por abajo y hasta supo adelantarse varios metros para quitarle espacios al Rojo y así hacer de Vélez un equipo compacto, vital para que el hombre de menos no se hiciera tan notorio. Todo esto, claro, acompañado por un Independiente que careció de lucidez en la creación. Soñora y Roa tuvieron una producción escasa y Batallini, el más destacado, lo hizo en base a su despliegue físico.

Laso vio una tarjeta roja en Independiente con olor a compensación. Si bien es cierto que le bajó el codo y hasta cortó a Guidara, pareció una de esas jugadas que de estar 11 contra 11 no terminan con el jugador en el vestuario. Pero al Fortín poco le importó y jugó unos últimos 25 minutos con más decisión que su rival. Lo tuvo Orellano con un remate de media distancia que se fue cerquita del ángulo y Garayalde con un zurdazo para finalizar una buena jugada. Pero sin la puntería afilada, el empate terminó siendo lo más justo para dos equipos que se entregaron más desde las ganas que desde el juego. Por eso no hubo goles en el Amalfitani.