Si Pudiera Correr

Un aroma a incienso, a celebración litúrgica, a rito de iniciación, a castigo sagrado siento cuando sueño .

No se pueden controlar los sueños, es parte de la vulnerabilidad humana.

Siempre el mismo sueño. Una y otra vez. Lo he soñado tanto que puedo recordarlo .

Figuras fantasmas se mueven, no puedo verles la cara mientras danzan a mí alrededor  frenéticamente. Una densa humareda envuelve su rostro, y sus cuerpos  parecen lenguas de fuego al son de la música .

Yo estoy quieta. Soy la única que no baila. Reconozco mis facciones en esa mujer quieta. 

La música es extraña, nunca fuera del sueño la he escuchado.

Es tan impreciso el lugar donde danzan, donde estoy yo, que despierta no puedo evocarlo.

Algo semejante a un gato estirándose entra por la ventana abierta que se cierra de golpe tras su ingreso. 

El gato se hace enorme, de proporciones gigantes. Se humaniza y aúlla como animal salvaje mientras se une a la danza endemoniada de las otras siluetas.

Esa transformación no es la única.

La ventana vuelve a abrirse .

Una bandada de gorriones ha empujado los postigos buscando el encierro ,lo prefieren a la libertad, alborotan el espacio, giran y giran como aspas de un ventilador y lo hacen tan rápido que parecen un solo pájaro,  y esa ave ya no es un gorrión sino un cuervo que chilla  y no deja de chillar.

De pronto aparece un señor que apaga la música y desaparece tan sorpresivamente como apareció. Las figuras sin rostros dejan de danzar, se vuelven grises, se alargan y arrastran sus colas. Son unas ratas inmundas devoradas por el gato que ha vuelto a ser gato y de un zarpazo atrapa al cuervo que deja de chillar entre sus dientes convertido en gorrión.

Ahora viene por mí como en cada sueño que he soñado . 

Y sigo quieta, mis piernas y pies no danzaron con las otras figuras ni me han servido en este sueño repetido para escapar. Mí cuerpo no me responde. La noche me intimida, no sé correr de noche, corro y estoy en el mismo lugar, como si el espacio y el tiempo se hubieran unificado en una sola dimensión, la dimensión de lo imposible.

El gato me mira con ojos humanos, crueles, violentos, rabioso se babea y cuando salta sobre mí me despierto asustada, tardo en reponerme. Mí frente y axilas están mojadas, pienso que es la baba del gato. 

No quiero volver a tener ese sueño. Estoy indefensa cuando duermo.

Y sin embargo, espero cada noche soñarlo para poder correr, ,segura que si logro correr no volveré a soñarlo.