SAN SPIGA: LA CALLE ES UN ESPACIO DE DISPUTA DE SENTIDO

Santiago Spirol es Diseñador gráfico, docente y artista urbano. Nació en Viedma y tanto en esa ciudad como en otras del mundo, han conocido de su arte maradoniano.

Vos dibujaste infinidad de murales del Diego, y sos nacido y criado en Viedma ¿cómo llegaban allí y cómo se festejaban los goles del Diego?

Nací en Viedma en el ´81. En el ´86 era muy chiquito, pero recuerdo todavía la tele blanco y negro en casa y cuando se festejaba dar la vuelta a la fuente, una alegría inconmensurable. Y de ahí el primer vínculo con Maradona. Por esa época se respiraba todavía el clima de Viedma como capital fallida, cuando Alfonsín quizo mudar la capital federal, pero con mucha épica y toda la imaginación de lo que es pisar una cancha de fútbol.

¿Cuántos murales has hecho de Diego?

No los conté, pero son muchísimos

¿Recordas cómo empezó todo, desde el primer lugar que pintaste?

El primero fue en Viedma, en el colegio como una continuidad de que cuando sos pibe, todos somos artistas; un día nos pusimos a recortar imágenes con la misma técnica que utilizo ahora (que es un collage), no tanto pintar sino recortar y pegar, e hicimos un collage gigante en la pared del aula; después un mural de Maradona en la revista El Gráfico que pagaría por verlo hoy, no tengo foto ni nada, fue el primero amateur y después también fui con otros fans a Nápoles en el 2016.

Luego estuve en Marruecos que fue bastante raro, como más distinto, después en Londres fue un poco más divertido, me sentí un poco provocador, pero pintar la mano de Dios en Nápoles me hizo creer que estaba cambiando algo, y es divertido cuando viajas a otro lugar, otra conexión con la cultura, con la gente.  Lo mismo pasa con el arte urbano que es esto de estar en la calle con la adrenalina todo el tiempo.

Muchos murales tuyos son de Maradona, y del General Perón ¿Para vos qué es llevar la política a las paredes?

Cuando vas a cualquier ciudad del mundo, para mí es la expresión popular son a la ciudad con lo que pasa en la calle. No solamente el graffitti, por ejemplo, que comunica una hamburguesa enorme o un viva perón chiquito en los barrios con el ladrillo rojo en la pared.  Es una linda forma de leer una cultura una ciudad, un pueblo, ver lo que pasa en la calle, salir, levantar la vista y todo comunica. Acá en capital hasta los peldaños del Subte son un gran espacio lindo para citas culturales, y eso no se puede callar, es imposible no leer una ciudad mirando lo que pasa en las calles, que está al alcance de todos.

¿Se puede dar la batalla cultural?

Se puede dar desde el mural gigante hasta una firma en una pared que hoy le sacas una foto y se viriliza. Una pintada puede ser gigante, no solo teniendo a YPF como sponsor. Hoy la calle es un espacio de disputa de sentido que se puede comunicar, y hay que apropiárselo, no hay que dejarlo pasar.

Hace poco estuve en contacto con algunos amigos en Viedma y me contaron que habían aparecido unas esvásticas, y fue una conmoción en toda la ciudad. ¿Por qué pasa eso?. Por la potencia de un mensaje, me parece que un graffiti es un voto, te puede cambiar una mirada.  Es como un ejercicio de creación, de libertad, de diálogo con el que después viene y te escribe algo y hasta te tapa el mural. Está buenísimo, es hermoso.