Psicoterapia, medicina, y Meditación

El mundo “psi”, como familiarmente conocemos a las distintas propuestas terapéuticas que se ocupan de los conflictos psíquicos, desarrollan sus herramientas de abordaje a partir de la palabra, representante indiscutible de la consciencia. Mientras el lenguaje corporal, más hermético y encriptado, encuentra en los síntomas su particular manera de expresión.

Juntos, malestares somáticos, perturbaciones anímicas, actos fallidos del inconsciente, olvidos, sueños y fantasías, conforman el misterioso equilibrio de la salud integral.

Así, estos dos mundos (tres en realidad), el de la consciencia, el inconsciente, y el material, se tocan y trascienden, poniendo de manifiesto los múltiples factores que concurren a la armonía de estar sano.

Atemporal e ilógicamente la historia personal no resuelta se manifiesta ocasionando perturbaciones y el disconfort notorio, que nos hace acudir a los profesionales adecuados, para reestablecer la armonía y el ineludible equilibrio que nos permita una vida de calidad aceptable. Tanto como esos gritos y susurros del cuerpo que en forma de dolor y disfunciones, advierten de los trastornos de un mal funcionamiento.

Con ser instrumentos válidos en manos de personas avezadas en estas cuestiones, se demuestran claramente insuficientes al estar limitada la comprensión de aquellos otros elementos, distintos a los mencionados, concretamente el conocido como lo mental, situado a mitad de camino entre la espiritualidad (mal representado por las religiones) lo científico (insuficientemente comprendido por la medicina), y la psicología (debatiéndose entre ellas) por fuera de estos mundos y en una tierra de nadie apenas considerado por disciplinas esotéricas (también desordenadas y poco conocidas por su propia naturaleza). Además, asimilando lo mental a lo psíquico, como suele ocurrir, nos perdemos la dimensión transhumana que nos completa, lo que nos llevó a crear las religiones, y a dios con ella, como recurso para comprender la totalidad de la vida; una especie de mito-magia sobre la que depositamos el misterio de la existencia.

Farfullando apretadamente sobre estas realidades, es cuando aparece la propuesta de este método ancestral de toda la civilización humana; practicado desde tiempos inmemoriales, y fundamentalmente célebre a través de oriente, y de sus grandes profetas, pero presente en todas las culturas humanas. Que nos viene a proponer un abordaje sencillo de ese mundo- puente o cordón umbilical, con muchas de las respuestas que no logramos obtener a partir de la racionalidad y el pensamiento deductivo-inductivo, dominante en nuestra cultura, y casi el único instrumento que nos lleva a la producción del conocimiento y la comprensión de la realidad visible.

Sumergirnos y recorrer universos paralelos solidamente conectados con lo cotidiano. Sin más ayuda ni soporte que el silencio y la quietud, nos permite redimensionar esa cotidianidad y recolocarla en los justos términos de su importancia en nuestra vida. Recuperar el lugar central de la existencia que vivimos, en la que sin duda caben las fantasías, los sueños y el amor auténtico y no sus sucedáneos como el delirio, el romanticismo y la magia; abandonando la servidumbre hacia aquellas cosas creadas por nosotros mismos, que a menudo nos esclavizan y someten.

A partir de esos minutos de sosiego y reposo, del cuerpo y la mente, sin perder contacto con nuestra realidad (porque no se trata de inmersiones fantásticas en el mundo de la imaginación, ni viajes psicodélicos de conciencia extraordinaria inducidos por drogas), permite surgir un material que, aunque más o menos inescrutable y encriptado, nos puede retar, a través de la palabra, a considerar respuestas antes inexistentes por ilógicas y absurdas; o, por lo menos a romper el círculo vicioso y repetitivo de las obsesiones pseudo racionalistas que cierran caminos, atrapándonos en encrucijadas de depresión, fobias, y enfermedades.

El conocimiento exotérico (externo), universal, deductivo, comprobable; común al conjunto de las personas, conformó, en el desarrollo de las ciencias, la base fundamental del método en la que se basa una determinada visión de la realidad y la explicación de los fenómenos que en ella se producen. Con la finalidad de llegar al conjunto de la población con un lenguaje simple, su finalidad es la divulgación de doctrinas y creencias que, aunque normalmente pensadas para el mundo espiritual, también han atravesado las ciencias e influenciado sobre el pensamiento racionalista que predomina en occidente. Todas las disciplinas desde las que se estudia la realidad, llamada objetiva, aplican esta doctrina y conciben la realidad que solo se puede explicar y probar.

El esoterismo, por el contrario (de dentro, interior, íntimo); es un término que concibe el conocimiento desde secretos y símbolos incomprensibles o de difícil acceso para el vulgo; que son tomados por una minoría escogida, lejos de los comunes o profanos. Es una forma de entender la realidad y a las personas que la componen, a través de sus fuentes íntimas, contrariamente al conocimiento exotérico, que busca causas y efectos en lo externo. Aunque al esoterismo se lo identifica con símbolos y rituales sin explicación científica, como las artes adivinatorias, la astrología, la energía de las piedras, etcétera, ha incursionado en el mundo de las disciplinas llamadas científicas y puesto en evidencia el valor de su permanencia en la cultura de la humanidad; la homeopatía, acupuntura, junto a tantas otras siguen y crecen como recursos del conocimiento.

Podríamos entender entonces los efectos de la meditación como nacidos en la fuerza interior que nos habita (y conecta a la energía del universo mismo), capaz de influir en los sistemas orgánicos y inducirlos a un equilibrio que la ciencia médica, y la psicología, sólo conciben desde la farmacología, la cirugía, la voluntad y la conciencia,(y el resto de los pocos recursos mas a los que apelan) para entender y corregir las desviaciones que provoca el modo de vida que llevamos.

¿Cómo no vamos a aceptar, por sensatos que seamos, que una vida de estrés o tensión, capaz de provocar una úlcera gastroduodenal, un ataque de pánico, insomnio, hipertensión, y hasta influir indiscutiblemente en casi todas de las denominadas enfermedades psicosomáticas (que son todas); cuyo origen no es más que un mandato que no podemos cumplir por lo que nos empleamos hasta lo indecible para satisfacerlo, y que no es más que una energía (llamada emoción), tenga el poder de perturbar las funciones más básicas hasta hacerlas operar en contra de su disposición original?.

Nunca la antigua medicina divorció la mente del cuerpo. Jamás un hombre que abrazó el arte de curar distinguió entre las fuerzas perversas que operan desde dentro del individuo, desde los seres que nos acompañan (muchas veces beneficiándonos y otras perjudicandonos), y desde todo lo viviente del universo. Pero, los hombres también creamos nuestros propios monstruos; y la ambición, el poder, la mezquindad, la envidia, y tantas otras deidades seductoras, nos han arrastrado a dividir para reinar, acabando así en un sinnúmero de “especialidades” que parecen tratar más a un Frankestein, compuesto por múltiples partes, que a un sujeto humano.

Tal vez sea hora, entonces, de reconocer nuestra unidad indisoluble, y desde la humildad, el silencio y la quietud, podamos recuperar algo de lo perdido, y por lo que somos humanos.

Dr. Carlos Nieto
Oga Cultura y Transformación