No son los funcionarios, lo que no funciona es esta democracia.

Estamos ante el peor periodo de la democracia, lo que no quiere decir que esté en peligro, discusión que por suerte queda relegada a un sector prehistórico de la sociedad.

En pocas palabras, y para no hacer abuso de textos anteriores leídos en editoriales. Muchas veces propusimos un debate entre el fin que persiguen los libros sobre la dominación humana. Mientras en el libro 1984, Orwell piensa una sociedad dominada por un gran hermano censor de lo que le parece peligroso, en Un Mundo Feliz, Huxley predice que la dominación no llegaba mediante la persecución y castigo sino mediante el confort.

Hoy no existen chances reales de volver a estar debajo de un ojo moral que nos indica que es lo que se debe hacer, o peor, capaz de perseguir, detener, torturar, y desaparecer a quienes considera correrse de lo que cree normal.

Pero el terror sigue siendo el límite. Es decir, el elemento para seguir teniendo esta vetusta democracia se sostiene en la frase “esto es mejor que lo otro”. De lo que no hay dudas pero no alcanza.

El (des) gobierno de Mauricio Macri llegó por medio de los votos, una falla en la matrix para quienes pensamos que sólo la fuerza es el derecho de las bestias. Siendo una gestión democrática, vulneró el legislativo gobernando por decreto como si fuera una dictadura. Todo lo hizo en pos de respetar las instituciones, en los organismos de control modificó reglamentos para poner gente afín a su partido. Y tuvo, y tiene, relaciones íntimas con el poder judicial, que hasta el hartazgo repiten que debe ser independiente.

En cuanto supo que el Congreso no sería un escollo envió proyectos que con obediencia debida los diputados y senadores en su amplia mayoría aprobaron. Cierto es que impulsó una reforma previsional, no menos cierto es que fue aprobada por el voto de quienes, en teoría, estaban en sus antípodas. Para muestra, basta un botón.. o varios. Los compañeros de Julio de Vido votaron para desaforarlo en una causa que fue sobreseído.

¿Se entiende?

Se vota lista sábana, y por ejemplo, el que entró 4° en una lista para ser Diputado proveniente de una ciudad perdida del interior, que llegó a ese lugar mediante un acuerdo de su Intendente para colarlo en la lista tras tener buena imagen positiva gracias a la obra pública, que el Gobierno nacional desde el Ministerio que conducía De Vido le otorgó en fondos, aprobó que la justicia lo detenga.

¿Se puede ser más servil?

Cristina, y el recuerdo, era lo más cercano a la felicidad en esos años. Y un mal día propuso al anti kirchnerista Alberto Fernández, el mismo que ella había decidido echar dos veces. Lo apoyaban los pocos legisladores que habían sido reacios a la puñalada trampera del resto de los congresistas del PJ.

El resultado fue que aquellos dirigentes tan díscolos en el macrismo se toparon con imponderables palaciegos. Ministerios que conducen a la nada. Voceros de todo, y ejecutores de la nada. Lo que choca con quienes pensamos que mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar.

Alberto Fernandez tiene sabor a nada. Tibio, soso y socio. A los que nos gusta la política sólo nos brillan los ojos cuando hacemos caminos imaginarios para saber quién lo va a suceder. Logró que el país tenga dos gestiones contrarias ideológicamente, a priori, que defraudaron a la sociedad.

Eso es nuevo, porque siempre gobernaba un partido y el otro era oposición. El peligro era que se despierte el dragón de tiras y botas, que llegara la crisis. Ocultamos la mugre debajo de la alfombra y con el afán de no tener crisis, nos acostumbramos a vivir mal. En resumidas cuentas, ocho años democráticos que no sirvieron para nada. La gente cada vez vive peor y lo que nos ata a nuestra tierra es la familia, no las oportunidades.

Con una deuda a tan largo plazo, parecen anecdóticas las elecciones. Si Massa logra bajar la inflación será el candidato del peronismo, si no lo logra cualquier amarillo gana. 

Mientras más miramos la política, más nos gusta Messi.