Más que un casamiento fue una odisea*

Penélope es solo un personaje de ficción, nadie puede esperar tanto a su amado le dijo Greta a su novio Tito cuando este le contó que había obtenido la beca para realizar en EE UU un máster en economía, y que la estadía en ese país duraría dos años.

Tito le respondió que hiciera memoria, y que en la Odisea, que habían leído juntos en el secundario Ulises creyó que su esposa lo esperaría y volvió a su Troya como él volvería a su ciudad y se casarían. 

Greta puso el grito en el cielo, “¿Qué Odisea ni Odisea?” y ahí no más le dijo que el noviazgo había terminado, y para que no le quedaran dudas lo invitó a irse sin escuchar más razones, lo acompañó hasta la puerta de calle y antes de cerrarla en sus narices, le gritó que no volviera a poner los pies en su casa ni acercarse a ella nunca más.

Tito y Greta se pusieron de novios cursando el 4to año del bachillerato en la Escuela 20 de Azul, la ciudad donde habían nacido.

Fue en un picnic de primavera que Tito se le declaró, Greta estaba esperando ese momento desde el año anterior cuando creyó que Tito lo haría en su fiesta de quince ya que bailaron juntos toda la noche y tras el padre y el hermano fue él quien la solicitó para bailar el vals, anteponiendose a los otros invitados.

Pero Tito se tomó su tiempo. Y ahora otra vez la haría esperar dos años para casarse, pero llevaban diez años noviando desde los dieciséis y ya habían cumplido los veintiséis, ¿Hasta cuando tenía que esperarlo? Primero fue por terminar la carrera, y ahora quería perfeccionarse.

Ya no estaba para esperar, sé acabó ,se lo repitió muchas veces como para convencerse del paso que había dado sin pensarlo mucho.

Que era una impulsiva hace rato lo sabía y que el serlo le jugaba malas pasadas también, pero no podía evitarlo, era más fuerte que ella.

Y esta vez no se arrepentía de haber tomado esta decisión apresurada, además estaba la presión familiar de todos los domingos. Con una sonrisa se lo decían: “¿Para cuándo los confites? Miren que el tiempo pasa y van a tener nietos en lugar de hijos.”

Greta solía tener buenas intuiciones, siempre decía que Dios le dió esa gran nariz afeándola pero un olfato para conocer a los demás que era envidiable.

Y este viaje de Tito olía mal. ¿Cuándo pidió la beca? ¿Por qué no se lo había dicho cuando la solicitó?

Lo de la beca no le cerraba por ningún lado.

Se dispuso averiguar qué escondía Tito con este viaje.

Recordó que en la universidad, Tito tenía una compañera yankee con quién estudiaba, ella debió regresar a su país cuando se recibió de contadora y no la vio más. Y justo a EE UU él iba por un máster: ¡Qué casualidad!.

Greta iba comprendiendo todo.

Al día siguiente llamó a Carlos el compañero de la facultad de Tito y con la excusa de saber cómo estaba su ex compañero después de haberlo echado le sonsacó alguna información que confirmó su sospecha.

La chica yankee que estudiaba con los dos había regresado a su país porque estaba embarazada y quería estar con su familia.

Que canalla, pensó Greta, esconderle los motivos de su viaje, ir para conocer su hijo y quedarse con él un tiempo para verlo crecer o para convencer a esa chica para que volviera aquí, era eso seguramente para lo que viajaba.

No tenía perdón.

Y siguiendo un impulso se presentó en el trabajo de Tito en la empresa de importación y exportación de plásticos, llegó medio arrepentida pero siguió su corazonada.

Lo increpó, le dijo mentiroso: “lo mejor que podés hacer es reconocer ese hijo”.

Tito quedó descolocado. “Greta, ¿De qué hijo hablas? le dijo.

-El de tu compañerita yankee y vos.

-¿Te volviste loca?

– ¡Nada de eso!

-¿Entonces cómo me salís con una cosa así?¿No me conocés?

-Bueno,empecé a pensar por qué te ibas. Y todo cierra.

-Greta mejor que cerrar, abrí la cabeza, estás tan equivocada…¿Qué novela te comiste?

-Ninguna novela, la cruel realidad, pero me pregunto ¿Por qué no me lo contaste?

-¿Contarte qué?

-Lo del hijo, los motivos reales de tu viaje. No te culpo por querer conocerlo, te culpo por ocultarlo.

-¡Basta! grito Tito. Él, que era tan tranquilo ya se había sacado y tomándola de los brazos a Greta le dijo “¡Despertá!”

-”Lo bien que hice en dejarte, sos un violento. Esto no tiene vuelta atrás.”, esgrimió Greta.

El repitió: “claro que no tiene vuelta atrás, nunca me casaría con una irracional”.

Unos meses después Tito se fue a EE UU. Nunca la llamó ni envió una carta siquiera.

Y a los dos años regresó tal como lo había dicho.

Regresó sin mujer y sin hijo.

Su amiga yankee volvió a nuestro país, antes que él, trasladada por la empresa multinacional en la que trabajaba, con un bebé y un italiano residente en Norteamérica con él que había formado su familia

Greta se enteró por Carlos con quién había empezado a salir, y fue quien la consoló apenas se marchó Tito.

Cuando Greta haciendo cálculos concluyó que la yankee, de la cual ni el nombre sabía, tenía un niño de pocos meses, le preguntó a su actual novio: “decime Carlos, hace dos años  se fue embarazada, ¿Cómo es un bebé aún?”, a lo que él respondió con evasivas y después que tal vez se había ido por pedido de la empresa en la que trabajaba y él no lo había entendido bien, y finalmente confesó la verdad. Le dijo:

“Greta siempre estuve enamorado de vos y encontré la oportunidad para dejar mal parado a Tito, total él te iba a dejar por dos años, él prefirió su beca a vos”.

Greta no podía creer lo que estaba escuchando.

Se había quedado sin el pan y sin la torta, porque enterada de la verdad se peleó con Carlos.

Cuando fue a la casa de Tito a pedirle disculpas, vio a través de las ventanas abiertas que se festejaba algo. Se acercó un poco más y llegó a escuchar una voz femenina pidiendo un brindis por los novios.

Cómo ya había tocado el timbre salió Tito y al verla le preguntó qué era lo que quería, ella balbuceó una disculpa y él le respondió simplemente: “A veces tu intuición falla y cerró la puerta en su cara repitiendo la acción que Greta hiciera dos años antes con él”.

A los pocos meses cada banco de la iglesia estaba adornado con ramilletes de flores alverjillas blancas y rositas rococó elegidas por la novia para la ocasión y había gente hasta en la puerta, parecía que todo Azul se había dado cita allí. Se casaban Tito y Ángela.

Irma, la cantante de las bodas, ya entonaba el Ave María, cuando una desquiciada irrumpió en la nave central de la iglesia y comenzó a arrancar todos los detalles florales de los bancos. La loca gritaba vengo a buscar a Ulises, Ulises le dijo cuando vió a Tito que estaba con la madrina ya junto al altar esperando a Ángela, Ulises no me conocés soy yo  Penélope y si no me conocés acá va a arder Troya.

*Por Susana Martino, prof. de Cs. de la Educación.