LOS OPUESTOS SE ATRAEN

El sueño de todo antiperonista es un día levantarse y que no exista el peronismo. Pero de ese pensamiento justamente vive el movimiento nacional.

Si sólo sobrevive producto de las buenas gestiones tendría que borrarse en las malas administraciones, que las hubo y muchas. Sin embargo persiste.

Luego de la condena a Cristina, los medios que abogaron para que se firme su sentencia siguieron hablando de ella. Si usa tobillera, como está con las otras causas, que no baile en el balcón.

Es decir, no pudieron revertir su forma de trabajar. Lejos del regocijo que creyeron que tendrían ahora encontraron nuevos motivos para aparentar enojados. 

En principio, su audiencia se basa en el enojo así que se encuentran presos de seguir con la amargura.

¿Qué debe pasar para que termine el peronismo? De algo que poco se habla es del hecho y su consecuencia. Es decir, se habla de peronismo y antiperonismo como dos caras de una misma moneda, que es la República Argentina.

Pero qué sucede si una es causal, y la otra su consecuencia. Lo lógico si vamos a lo semántico es que el antiperonismo viene después porque es anti algo que existe previamente.

Pero si fuese al revés, obviamente no con ese nombre, pero sí con las mismas ideas. De un país para pocos, con desprecio a lo propio, social y culturalmente. Odio de clase, y fomento a las condiciones indignas laborales. 

Todo eso que describe al antiperonismo ya existía desde antes. Quien piense que es antiperonista sólo por no congraciarse con las ideas de un referente del movimiento tiene que saber que en verdad es alguien que le hace el juego a los fundamentalistas que sostienen las máximas opresivas señaladas anteriormente.

Si eso existía antes de la llegada del General, ¿No será que el Peronismo es la respuesta al antiperonismo huérfano de nombre?

Como dijera Enrique Santos Discépolo en una de sus 39 charlas con Mordisquito bajo el título ¿A mi me las vas a contar?: “yo no lo inventé a Perón. Ellos nacieron como una reacción a tus malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado en un largo camino de miseria. Nacieron de vos, por vos, y para vos. Esa es la verdad…”

Hay un viejo refrán que dice: Muerto el perro se terminó la rabia. Para terminar con el Peronismo antes hay que finiquitar al antiperonismo. Son ellos los que se salvaron de la foto de una ex presidenta sumida en una legislatura local.

Con su odio la pusieron en el centro nuevamente. 

Pero ojo, el Peronismo no se va a acabar porque siempre va a existir antiperonista. Todos los días nace un nuevo votante del peronismo. Pero sí se le puede hacer daño y mucho desde adentro.

Hace décadas se decía que “el peor de los nuestros era mejor que el mejor de ellos”. Hablaba de las lógicas diametralmente opuestas en la construcción del país, lo que definía al mejor o peor de los nuestros eran las estrategias que usaban para llegar al mismo fin.

¿Quién era el peor de los nuestros? ¿Scioli? Mejor que quién de ellos, si ahora es de ellos.

¿Se entiende? Más allá de este marcaje de nosotros y ellos que no resulta muy agradable. Esta disyuntiva expone lo caduco que está esa frase con el travestismo de la actualidad. ¿Alberto Fernández es mejor que el mejor de ellos? Pareciera más un aprovechamiento del PJ para decir vota a cualquiera que te pongamos.

El peronismo está vivo, los antis lo revitalizan. Pero no goza de buena salud. Milei entendió que para hacer daño hay que estar adentro y dice ser el topo que vino a destruir el Estado, ¿quién será el topo dentro del peronismo?