Conocido también como fake news o falsas noticias, remiten en su origen más conocido, aunque seguramente no el primero, a Paul Joseph Goebbels, ministro de Educación y Propaganda creado por Adolf Hitler en 1933, apenas llegado al poder. Y no casualmente, claro, ya que había que manipular la información y crear las condiciones idóneas para que un pueblo culto, sensible, y educado, como el alemán de entonces, deconstruyera sus bases éticas y adhiriera a un mensaje tergiversado y mentiroso abonando así el planteo ideológico del nazismo, con sus valores supremacistas, racistas, y aberrantes que iban a avalar el genocidio y la discriminación posterior base de su poder.
Y tuvo éxito sin duda.
Les copio y pego los 11 principios nazis, para que lo estudien detenidamente, y le encuentren, o no, las similitudes correspondientes con esta campaña que estamos padeciendo; la qué sin dudas, busca similares objetivos de lo que el régimen nazi pretendió para Europa, (y probablemente el mundo, de haber triunfado).
Solo de nosotros pueden depender los resultados. Esperemos no llegar a la indolencia, o en el peor de los casos al franco apoyo, que les permitió, a la más abominable desviación de la especie humana, acariciar su delirio.
La primer ventaja, relativa, con la que contamos a diferencia de aquella Alemania de entreguerras, es que hoy el gobierno que detenta la administración del estado en nuestro país, es consciente de lo que acontece; y segunda, nuestra cultura política, con no ser todo lo deseable que tendría que ser, mantiene una clara desconfianza hacia los que, apenas unos años atrás, quisieron hacer de este país una República de Weimar, al estilo del Deutsche Reich, sobreviviente de la guerra imperialista, y humillado por el Tratado de Versalles.
Pero ¿acaso porque no entender que esta otra guerra financiera, la de los fondos buitres; la humillación del robo del patrimonio de la Nación (fragata Libertad, sedes de embajadas, etcétera), no se iguala a aquella otra gran degradación?. Y aunque hubo una valerosa tregua instaurada por los gobiernos populares que desde Néstor Kirchner y después de Cristina Fernández (al estilo de la social democracia alemana de la época), no dejó de ser tan débil que bastó que un populista como Macri, Bullrich, Milei, o cualquiera de sus peones (nunca tan bien empleado el término populistas a estos indecentes), sobre la base de un nacionalismo maltrecho y devaluado, una sociedad harta y golpeada por el escepticismo, viera su oportunidad e iniciara el camino hacia el horror, aquel que puso al mundo de rodillas, y que contó con el apoyo, o el silencio de aquel gran pueblo, y de un mundo indiferente, como mínimo.
Pero el título de esta nota, les prometía un estudio psico-sociológico de las falsas noticias y su impacto, y nos hemos enredado en la historia; que por supuesto nunca está al margen de las explicaciones que nos permitan comprender los acontecimientos presentes.
¿Porque estos bulos se esparcen con tanta rapidez, persisten mucho tiempo entre las opiniones de la gente, y son tan resistentes a las desmentidas trabajosamente fundamentadas? No por nada Goebbels lanza un decálogo tan contundente y de gran éxito; tanto que es copiado casi literalmente 90 años después, aunque esperemos que esta vez resulte un fracaso.
Otro autor alemán, contemporáneo al régimen, Wilheim Reich, psicoanalista, escribe un pasquín que pretende ser un revulsivo para esa clase obrera alemana seducida por los cantos de sirena de sus amos de turno. Lo tituló “Escucha pequeño hombrecito”, y en él le habla al enano fascista que llevamos dentro; a ese ser mezquino, individualista, egocéntrico, bastante indolente al sufrimiento ajeno cuando no lo toca directamente o en los seres amados cercanos.
Ese hombrecito/mujercita, preocupado sólo por su mundo propio que está firmemente convencido que la salvación (ascenso de clase, privilegios, confort) depende de sus méritos, y que los otros (sobre todo si son pobres) son escollos para su logro. Mirará para otro lado, o dirá “por algo habrá sido”, cuando la nada vestida de neoliberalismo, devaste la sociedad, asesine a sus hijos, o los expulse. Dirá, como dijo Leuco “que lindo va a ser la Argentina sin kirchneristas”, y porque no sin negros, sin zurdos comunistas, sin pobres (porque como hacían las brigadas de la Gestapo Larretista-Pepin Rodriguez Simón) los escondan, echen, o desaparezcan.
Tal vez Paul Joseph no leyó a Wilheim, pero sin duda lo intuyó, porque cuando este monstruo pone a funcionar la maquinaria de manipulación propagandística -fake news-, sabía que resonaría en buena parte de sus conciudadanos.
Para terminar los dejo con lo prometido.
Principio de simplificación y del enemigo único
Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
Principio de la exageración y desfiguración
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en una amenaza grave.
Principio de la vulgarización
“Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.
Principio de orquestación
“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Principio de renovación
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación
Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contra programando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión
Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad
Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.
¿Lo suscribimos o nos convertimos en los enterradores de esta historia nefasta?
*Dr. Carlos Nieto
Oga Cultura y Transformación