INCONTINENCIA VERBAL*

Ella todo lo hacía obsesivamente, pecaba por exceso, siempre era todo o nada.

Así tuvo su periodo de gula, comía a toda hora todo tipo de alimentos y comidas, terminó con muchos kilos de más e internada para restablecer su salud.

En otra etapa de su vida fue el ejercicio físico. Sus amigas la llamábamos y no atendía porque estaba en la pileta nadando, o en la cinta caminando, o ejercitándose con las pesas cada vez más pesadas hasta que terminó con un severo problema en la columna en una clínica de rehabilitación. 

Pero en este último tiempo desarrolló la incontinencia verbal.

Reunión que iba monopolizaba la palabra, desde que tocaba el timbre, y aún en la puerta de calle sin ingresar hablaba sin parar. Ella misma me contó que un día una de sus amigas le cerró como quien dice la puerta en sus narices, porque la mareó tanto que no pudo resistir la tentación de dejarla afuera antes que seguir escuchándola.

Y que en el club quedó sola en la clase de acuagym cuando la profesora le dijo: ¡Cómo hablas, sos insoportable!.

El día que sucedió lo que sucedió estaba en mi casa. Había acaparado la conversación, no pude colocar una palabra, fui a la cocina a buscar algo para comer, tomar y aliviar un poco mis oídos, pero al volver ella estaba roja y poco después violeta, se había atragantado con sus propias palabras, una palabra con j se le encajó en la garganta y lastimó la mucosa, de su boca salía una espuma roja, sanguinolenta, hacía gestos desesperados y yo la sacudía poniéndola patas arriba para que escupiera la palabra pero la j estaba atravesada.

Llame a la urgencia. Pero no hubo nada que hacer. Desde ese día está muda, todos los que la conocen saben que cuando logre escupirla no la parará nadie.

 

*Por Susana Martino, Prof. en Cs de la Educación.