ES EL TRABAJO

En medio de la vorágine que atraviesa la actualidad nacional con candidaturas y pasiones, están los fríos números. En estos momentos insensibles.

La inflación del mes de abril arrojó 8,4%, un promedio realizado entre muchos valores de productos. De manera notable los productos que consumen las capas más altas subieron menos que los productos de la canasta básica. Eso hace que aunque los aumentos salariales vienen atados con la inflación acumulada, muy probablemente queden por debajo del aumento en los precios de las góndolas.

Sin contar ese detalle, según el propio INDEC si se compara marzo de 2023 contra diciembre de 2019 los trabajadores registrados del sector privado le empataron a la inflación; los del sector público recuperaron un 3,2% y los no registrados en un país con gran informalidad perdieron un 19,6%. Sobre llovido, mojado.

¿Toda la actividad económica sufre el mismo impacto? No.

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) advirtió un incremento en la apropiación del excedente empresario, que va del 40,2% del valor agregado en 2016 al 42,2% en 2019, para luego elevarse al 45,8% en 2022.

Sorprendentemente la ayuda estatal de la pandemia no hizo que se equipare la ganancia de ciertas empresas sino que den un excedente mayor de ganancia. Quizá no la hayan necesitado tanto, o más que PYMES a las que se les recortó el ATP que pagaba la mitad de los salarios de sus trabajadores.

El recorte de la ATP es la muestra de que no siempre bajar la inflación es positiva, Alberto Fernandez bajó la inflación de Macri en su primer año. Sin embargo lo hizo ajustando la emisión con la que financiaba, por ejemplo, a programas sociales en el momento que la sociedad mayor contención necesitaba.

La inflación es tan sólo una unidad de medida, que sea menor no significa que estemos mejor, y claramente tampoco lo es que sea un número mayor.

Con la devaluación que hay los grandes empresarios bajaron los costos y aumentaron la productividad. Ejemplo, si una empresa tiene 10 empleados a los que les paga 10 pesos a cada uno, tiene una carga salarial de 100 pesos. Si el dólar está 100 pesos (un dólar) y presenta ingresos por 5 dólares tiene un costo salarial del 20 por ciento de su ingreso. Si producto de la devaluación el dólar cuesta 200 pesos, conservando los ingresos que tenía ahora su costo salarial es del 10 por ciento. Si a eso le sumamos que obtiene mayores ingresos el número es menor aún.

Si la negociación paritaria va de la mano con la inflación, hasta con la salvedad que reflexionamos al principio de la editorial el problema es menor. La cuestión es que el empresario prefiera mejorar su rentabilidad a costa de no modificar el status quo. Allí el problema no es empresarial sino del Estado que no participa.

Perón en el libro Manual de conducción, habló del punto de inflexión de un negocio. Si el comerciante había recuperado el dinero invertido estaba ante la disyuntiva de quedarse como estaba a la espera de comenzar a tener mayores ingresos o apostar a ir por más. Allí el Estado debía participar garantizando, por ejemplo, que en caso de contratar más gente no iba a tener mayor costos laborales porque se le iba a condonar tal o cual cuestión. La idea era no perjudicar al comerciante pero generar empleo.

Hay dos patas que atentan contra ello en la actualidad, el propio gobierno que no tiene ganas de disputar esas discusiones y por consiguiente el acuerdo que firmó con el fondo que establece que el Central intervenga lo menos posible, intenta frenar la obra pública, y para peor de males establece que la tasa de interés sea siempre positiva así resulte mejor volcarla a los bancos antes que contratar o hacer circular el dinero, a riesgo que termine siendo solamente una acumulación de billetes sin sentido. Es altamente inflacionario.

Lo que ejemplifica la situación es que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) convoca a estudiantes, jóvenes profesionales y personas con tesis de doctorado aprobadas, a participar del Premio Anual de Investigación Económica “Dr. Raúl Prebisch”, concurso que promueve y estimula la investigación en tópicos monetarios, macroeconómicos, financieros y bancarios y hace honor a uno de los economistas más importantes de la historia argentina (así lo indica en su sitio web).

Omite que entre octubre de 1955 y enero de 1956 elaboró, para el gobierno de facto de la Revolución Libertadora, un plan de acción para resolver los problemas económicos que incluía la incorporación del país al Fondo Monetario Internacional. Mismo organismo que pone el techo a la soberanía económica. Arturo Jauretche publicó el ensayo El Plan Prebisch: retorno al coloniaje, refutando el informe que Raúl Prebisch había escrito a pedido del régimen de Pedro Eugenio Aramburu. La dureza de su oposición le valdría la persecución política y el exilio en Montevideo.

La historia terminó con Alfonsín en 1984 siendo asesorado en la cartera económica por el cipayo golpista libertario, como si un ex ministro ahora fuese de consulta de un candidato.

La historia no es cíclica, sucede que en las sombras hay personajes que nunca se van.