«Con la iglesia hemos topado», dicho conocido cuando las dificultades plantean un cuello de botella casi imposible de resolver. Y es que estamos, prácticamente ante un techo de cristal que nos dejará muy por debajo de las soluciones satisfactorias de todas aquellas personas que seguirán muriendo en las peores condiciones imaginables
Y si, nos cabe el consuelo de pensar que más no se puede hacer; que la lucha llegó hasta aquí y que es mejor esto que todas las eutanasias y suicidios clandestinos y angustiosos. Porque las armas que nos han proporcionado, leyes, instituciones, educación, medios hegemónicos de difusión, etcétera, nos han servido solo para llegar hasta aquí. Y es que sigo pensando que esta, como todas las demás luchas, son contra un modelo, un sistema ideológico que tiene tantos frentes como cabezas de medusa, y es necesario avanzar por caminos políticos, que no partidarios entiéndase bien, porque la administración de la vida debe volver a nuestras manos.
Cada uno sabrá, según su compromiso, su conciencia, y sus prioridades, qué lugar ocupa en esa lucha por la dignidad, la libertad , y la justicia, pero seguramente todos coincidiremos que estas serán colectivas y comunitarias o solo tablas de salvavidas que no terminarán de servir en el naufragio colosal que se avecina, para la vida en el planeta; prueba de lo cuál podría ser esta pandemia.
Dar respuesta a la voracidad de los amos del mundo, en todos y cada uno de los frentes al que nos empujan, no es tarea sencilla ni fácil será sobrevivir a las derrotas. Recuerdo una frase que le impactó a Eduardo Galeano en una entrevista que le hizo a Salvador Allende, poco tiempo antes del golpe y su asesinato, decía : “Merece la pena morir por aquellas cosas, sin las cuales, no vale la pena seguir viviendo”
No rendirse es el cincuenta por ciento de la victoria.
*Por Carlos Nieto,
Dir. Centro OGA