Después de un desajuste económico uno queda resentido inclusive si pudo reponerse. Quien recuerda el rodrigazo, la hiper, o la crisis del 2001, aunque luego haya podido sortear las crisis quedó con secuelas. El que se quemó con ahorros ve un peso y llora, y eso se transmite de generación en generación. Lo que los economistas llaman “cicatrices”, esas marcas en la piel que recuerdan el momento vivido.
No es cultural el tema del dólar en Argentina, es dérmico. Las casas en Brasil están en reales simplemente porque quien vendió dólares para comprar reales en 1991 y puso ese dinero en un plazo fijo, si lo retira hoy y quiere comprar dólares, adquiere el doble del capital inicial. Por eso las casas están en reales, no porque sean nacionalistas.
Si en Argentina se hiciera lo mismo con nuestra moneda, es decir se cambian dólares por pesos (que se implementaron ese año) y se los pusiera en un plazo fijo, al sacarlos hoy sólo podría comprar el 5% del capital inicial. Por eso las casas no están en pesos.
Cuando Pinti decía que los argentinos teníamos un sorete verde en la cabeza era gracioso pero su monólogo no era real. Si viene un alemán de intercambio a trabajar a una planta de BMW en Argentina también querría comprar dólares, y es alemán no es argentino, no es cultural, no tiene el sorete verde que decía Pinti.
Esto es completamente disruptivo desde lo ideológico, el encuadre nacional y popular regala estas banderas a la derecha, y por pasarnos buscando respuestas utópicas como “que los que tengan casas no sean cipayos y pongan en pesos las propiedades”, o “hay que clausurar las cuevas”, confundimos causa con consecuencia.
Si se logra un ordenamiento básico las cuevas van a tender a desaparecer, pero no al revés. Entiendo que la discusión filosófica del huevo o la gallina se dé si hay dinero, pero no cuando ocurre la peor sequía de la historia que afectó el 25% de lo que recauda el país.
¿Por qué regalar discursos a la derecha está mal?
Porque llega Milei hablando del tema y no resuelve la situación, sino que la agrava de un modo sideral. Si un candidato dice que va a ir por vos si llega a ganar, cuando resulta vencedor en las primarias vos ya estás en Ezeiza; ahora siguiendo el ejemplo, si dice que va a dolarizar o que va a una libre competencia de monedas, tu plata no va a valer nada y si tenés posibilidad de comprar dólares vas a comprar ahora al precio que esté.
Si ya se, ¿y los que no pueden comprar dólares?
Cada vez que él habla del tema pega un salto el ilegal, y se acomodan después todas las cotizaciones, lo que en realidad no significa que la moneda gringa valga más sino que el peso valga menos. ¿Y si devalúa el peso que ocurre con los productos de la góndola?
Es sencillo el planteo de Milei si tenés dos dedos de frente. Si podés comprar dólares hacete de dólares y si no podés comprar, adquirí productos que vas a consumir y que venzan en mucho tiempo.
Un desastre.
Y si tenés un dedo más que te puede entrar en la frente, no lo votes. A los que están al lado tuyo pediles que no lo voten.
La editorial comenzó hablando de los motivos por los cuales llegamos acá. Desde 1975 hasta la fecha la inflación marcó la agenda económica del país, con cíclicas crisis, que su tradición oral hizo que los jóvenes (principalmente) vean tres candidatos signados de la siguiente manera: una duplicó la inflación en el último gobierno que acompañó, otro te lo deja ampliamente arriba del 100% y otro tiene una motosierra.
Bueno, si el problema es la inflación entonces el loquito de la motosierra no es tan malo.
El economista Álvarez Agis suele ser sinuoso en su accionar pero muy didáctico y describió muy bien lo que va a significar esta elección: “estamos en 1988, tenemos que evitar la crisis de la híper del ´89 con esta elección. Hay salida sin estallido”
Dejemos de regalar banderas porque en definitiva no hay justicia social sin independencia económica.