A 40 años de la guerra, el ex combatiente Ricardo Pereira, compartió impresiones de lo que fue su retorno al lugar donde combatió, siendo un joven de apenas 19 años. Pereira narró también cómo sufrieron en carne propia el proceso de “desmalvinización”. A modo de cierre deseó que “desde la paz se tiene que luchar para que sobre nuestro suelo malvinense vuelva a flamear la celeste y blanca”.
¿Por qué estás ahora en Ushuaia?
“Porque a 40 años de la batalla en Malvinas quise estar lo más cerca que pudiera de nuestras islas y porque aquí se hace una de las vigilias más importantes del país, todas son importantes porque en todas y cada una se recuerda a cada uno de los veteranos de Malvinas que quedaron como custodia en nuestras islas».
¿Qué te pasa a vos con el recuerdo de Malvinas, pudiste volver a las islas?
Pude volver después de 37 años, y antes de la pandemia. Durante muchos años pensaba si era pertinente volver o no, los primeros años el problema era el tema del pasaporte, después cuando tuve la fortaleza de poder volver, lo hice, de hecho cerré un capítulo, pero abrí una enciclopedia, porque a partir de ahí son otros los planteos. Pude conocer la Isla en el 2019 porque hasta ese entonces en el lugar que me tocó combatir no me moví mucho y lo único que conocía era ese sitio.
Allí encontré la explicación de por qué, de la riqueza que tiene todo el Archipiélago, y el interés por los británicos. Malvinas es un punto estratégico desde lo geopolítico, lo geográfico, el aprovisionamiento, y mucho más ahora con semejante base militar.
En la Isla algunas personas que han vuelto después del conflicto decían que fue hostil el trato que recibieron, que sentían que estaban siendo observados ¿Vos sentiste eso?
Absolutamente, nosotros desde antes de viajar tuvimos que dar todos los datos, viajé con tres compañeros más y fue lo más parecido a una “Gran hermano”, porque estuvimos escoltados y acompañados permanentemente desde el minuto cero que llegamos a la isla, hasta cuando tomamos el avión para volvernos. Ellos tienen, será una política de estado o una estrategia, pero controlaron cada uno de nuestros movimientos y cada cosa que hicimos en Malvinas. Lo que no nos impidió -a mí en lo personal- de volver a estar en el mismo lugar donde había combatido, reconocí el lugar donde había estado, y la otra que es la más importante que era poder ir a rendir honores a mis tres compañeros caídos en combate en Malvinas: Romero, Pizarro y Vallejos.
Se cumplen 40 años, y ¿Vos cuando regresaste te dieron para firmar un papel en el cual decías que no podías mencionar lo que hiciste en la guerra?
Claro, en Campo de Mayo cuando estuvimos esos cuatro días para un emprolijamiento, y ponernos presentables para nuestra familia, nos dieron una especie de formulario en el que decía que no podíamos hacer ningún tipo de declaración de lo que habíamos vivido. De por vida esto. Recordemos que estábamos en ese momento bajo la última etapa del proceso cívico militar, y el gobierno era de facto.
Por aquel entonces, creo que con la misma inconsciencia que tuve en Malvinas, yo desde el día cero para mí la mayor terapia fue poder poner en palabras todo lo vivido.
¿Qué edad tenías cuando fuiste a la guerra?
Tenía 18 años, había ingresado al Servicio Militar el 2 de febrero del ’82 y el 23 de abril estaba pisando suelo de Malvinas. Soy de Buenos Aires, lo que pasa es que por aquel entonces cuando participaba del sorteo que te asignaba qué fuerza te tocaba, me tocó Ejército y cuando me fui a hacer la revisación médica, te preguntaban si querías ser buzo, o paracaidista, elegí este último y cuando me incorporé fui directamente a Córdoba donde hice el Servicio Militar.
A estos 40 años que se cumplen ¿Cómo está la situación, más allá del recuerdo que tengas, ser malvinero, cuando había una desmalvinización importante tanto en la política como en la sociedad?
Nosotros sufrimos en carne propia el proceso de desmalvinización. Entendemos que existían otro tipo de prioridades porque lo primero que vino fue la democracia, siempre digo que en los cimientos de esta democracia, hay sangre de Malvinas, como siempre, joven, como todos los hechos a lo largo de la historia; primero se nos ocultó. Nosotros como país, nuestra matriz de aprendizaje tiene el legado de ser triunfalista con lo cual era muy difícil conseguir un laburo. Volver a estudiar, insertarte en la sociedad, pero poco a poco y el apoyo entre nosotros mismos recién en los últimos 8 años cambió bastante el reconocimiento porque se nos visualizó, se empezó a poner en valor la causa Malvinas, -que falta muchísimo aún- pero por lo menos, gracias a la lucha tenemos los primeros derechos, pensiones, asistencia médica especializada que fue lo que más padecimos en los primeros años.
Quiero darte toda la gratitud por la gesta heroica que tuviste en lo personal en Malvinas.
Yo siempre digo lo mismo, más allá que nuestro DNI en el registro de conducir dice “Héroe de Malvinas”, mi mayor reconocimiento, es que los únicos héroes son los que quedaron en el suelo de Malvinas como centinelas y guardianes de nuestras islas,.
«Si hay algún sueño que tenemos cada uno de todos los veteranos, y que es compartido, es que a través de la paz -porque la guerra es lo peor que le puede pasar a cualquier sociedad-, desde la paz se tiene que luchar para que sobre nuestro suelo malvinense vuelva a flamear la celeste y blanca. Muchísimas gracias a nombre de todos mis compañeros” -cerró diciendo Ricardo Pereira-.