Cuando Perón dijo que la verdadera política era la internacional estábamos en otro contexto. En donde lo doméstico estaba bajo control de la economía peronista y había tiempo para revisar el fichero mundial y el posicionamiento patrio.
Hoy es muy complicado querer exponer la realidad geopolítica con millones de compatriotas que no llegan a fin de mes, primero lo primero y después vemos como seguimos.
Aunque el mundo este globalizado, lo que a priori es una forma de coloniaje moderna, nunca estuvimos tan lejos de sentir como propios los bombardeos en otra parte del globo.
Si tomamos las elecciones que se llevaron a cabo este año, es alarmante la falta de presencialidad que hubo en los comicios.
Sin ir más lejos, el ganador de la Ciudad de Buenos Aires estuvo rondando los 30 puntos porcentuales de la cantidad de votantes que fueron a las urnas, que de por sí fue la mitad del padrón. Es decir, que sólo 15 de cada 100 porteños y porteñas mayores de 18 años eligieron a La Libertad Avanza.
Esto no es puntualmente contra Adorni porque al resto le fue peor inclusive sino que da imagen de lo atomizada que está la sociedad.
Lo doméstico es territorio de disputa, y no hay tiempo para levantar la cabeza por fuera de Argentina.
Es entendible para el pueblo, más no para la clase dirigencial. Desde un tiempo a esta parte se utilizó la Cancillería como un puesto menor.
A saber, Macri puso a Malcorra que quiso utilizar el cargo como un trampolín al plano internacional aun si tenía que relegar soberanía sobre las Malvinas. Tras su paso llegó el turno de Faurie, con cero relevancia internacional. Y recordado sólo por algunos por un llamado telefónico llorando donde le decía al Presidente Macri que se había logrado un acuerdo histórico entre el Mercosur y la Unión Europea. Algo que en realidad nunca prosperó.
Luego fue el turno del Frente de Todos y la llegada de Solá al Ministerio de Relaciones Exteriores, para que al poco tiempo el Presidente Fernández decidiera despedirlo mientras se encontraba volando a México para reemplazarlo por Santiago Cafiero, que no tenía lugar luego de ser removido como su Jefe de Gabinete.
Acá un punto importante. Que el macrismo no piense como un cargo sumamente importante y estratégico al Canciller es lógico por su entreguismo pero que Alberto decida poner a un amigo sólo porque no tenía dónde ubicarlo habla de la pésima lectura histórica del peronismo, o del desentendimiento intencional en desprecio al movimiento.
Diana Mondino llegó con la victoria de La Libertad Avanza y tras la emboscada que le hicieron donde quedó presa de decidir si votar en la ONU con Estados Unidos o con Israel (mamá y papá para Milei) dejó su cargo a la llegada del hasta entonces embajador en el gigante de norteamérica Gerardo Werthein.
De nuevo, como el momento del país es delicado, el argentino acertadamente piensa en su día a día y no en el plano internacional. Pero estamos con estos actores enfrentando un clima mundial plagado de conflictos bélicos. En estos momentos se está dando el conflicto palestino-israelí, a su vez el de Israel e Iran. El de Ucrania con Rusia, Guerra civil en Sudán, conflicto en Burkina Faso, conflicto en Somalia y guerra civil en Nigeria, Yemen y Myanmar.
Las 56 guerras que permanecen activas son más internacionales, con 92 países involucrados más allá de sus fronteras, según el estudio sobre la paz global del Institute for Economics and Peace estamos en el pico más alto de conflictos desde la segunda guerra mundial.
Y nosotros, que contamos con el octavo país más extenso del mundo, reservorio de agua dulce, de energías renovables, de pozos convencionales y no convencionales estamos en manos de un fanático.
Que llora en el muro de los lamentos los sufrimientos que no sólo no lo conmueven sino que disfruta del país que gobierna, que toma partido como si él hablara por el pueblo argentino formado de varias vertientes mundiales, inclusive opuestas en las naciones de las que emigraron antepasados que tienen a su descendencia caminando a la par en nuestra nación.
El mundo está en manos de unos locos con carnet, y encima, los nuestros lo tienen vencido.