En medio de un Foro de Inversiones, el Presidente del Brasil Jair
Bolsonaro dijo “tener la obligación de hacer algo para que Argentina
no vuelva al pasado”. Varias veces el mandamás carioca habló de la
buena relación que tiene con Macri, lo que no afectó que terminara
con la tradición de que todo Presidente que asumía en ese país
visitaba Argentina en su primer viaje diplomático, Bolsonaro
prefirió las mieles de Estados Unidos. Todo un gesto.
Por su parte, Alberto Fernández también se involucra en el mundo
político de la patria grande y hace algunos meses visitó a Lula Da
Silva, dejando en claro su posicionamiento.
A la derecha concentrada se le está volviendo difícil entender que
su empresa por arrasar este pedazo de continente se les está yendo
de las manos. Ni el más opositor de los profetas del odio que
gobiernan América del Sur hablaba de que iban a durar un sólo
mandato constitucional.
Y la política...es la política internacional, decía Perón.
Ecuador está viviendo las horas más infelices que recuerde este
milenio, y está atravesado por la misma dicotomía que tienen sus
pueblos hermanos: Bolsonaro-Lula; Macri-Alberto; Moreno-Correa.
Ante todo, un denominador común. El águila usurero y dominador.
Los ecuatorianos salieron a las calles luego del brutal recorte en
materia económica que propició el acuerdo de su Presidente, Lenin
Moreno, y el Fondo Monetario Internacional. Que parafraseando a lo
que decía el macrismo, “no es como el de los ´90”. No, ahora podemos
decir que es peor.
Ecuador mudó temporalmente su capital de Quito a Guayaquil por
razones de “seguridad”. Seguridad de su mandatario, que no tuvieron
las cinco personas fallecidas en las calles de la Ciudad.
Sin embargo, Moreno le echó la culpa a la pesada herencia. Según él,
quien está detrás de todo esto es Rafael Correa bajo directivas de
Nicolás Maduro. ¿Habrá habido un intercambio de gurúes de la
política? Importamos a Durán Barba y exportamos a Ecuador el
concepto del comando iraní perfeccionado en Venezuela que Patricia
Bullrich decía que había detrás de las mafias en Argentina.
O los dichos de Pichetto acerca de que Cristina trae una especie de
infiltrados cubanos para armar sus equipos de Gobierno.
Es curioso cómo los poderes fácticos desarrollan el perfil de su
enemigo y hasta le ponen un nombre para clasificarlos. Cualquier
manifestación en su contra, sea cual sea, pidan lo que pidan son
populistas y orquestadas por los ex presidentes de los países en los
que ocurren.
Los pueblos, tarde o temprano, entienden cuál es el tipo de Gobierno
que les conviene y a diferencia de lo que ocurrió en la historia
vemos que los cheques en blanco cada vez duran menos, y los
Gobiernos neocoloniales se desmoronan. Argentina será el caso
testigo, puede ser la punta de lanza para estar a la altura de
imponerse en las urnas y volver a tener un patria socialmente justa,
económicamente libre, y políticamente soberana.