Vélez dejó pasar una chance inmejorable para sumar de a tres, en
casa y ante un rival directo. La derrota ante Patronato complicó los
números y preocupó por el bajo rendimiento del equipo.
Hace ocho años, el oeste de la Ciudad estaba de fiesta. Vélez
campeón en primera división, All Boys ascendía a la máxima categoría
del fútbol argentino; y Liniers hacía lo propio en la C.
En este momento las tres estaciones del Sarmiento pasan por un mal
momento. Los de Floresta están sin técnico y cerca del desenso;
Liniers está penando en la D; y el fortín de Villa Luro no da pie
con bola mientras que se acerca a los puestos críticos de la
Superliga Argentina.
Gabriel Heinze presentó sólo dos variantes respecto al equipo que
venía de caer en San Martín ante Chacarita. Afuera Santiago Cáseres
(suspendido por expulsión) y adentro Fabián Cubero. También mostraba
el estreno desde el inicio de Jesús Méndez en lugar de Nicolás
Domínguez.
En el primer tiempo y con un marco inmejorable en el Estadio Vélez,
fue el Fortín el que golpeó primero. Bouzat luchó el balón con su
marca por el segundo palo y con un toque alto dejó en el camino a
Bértoli. Ese intento no pudo superar el esfuerzo de Renzo Vera, que
en la línea, mandó el balón a córner. Sin embargo, con el correr de
los minutos, iba a ser la visita quien se acomodaría mejor en el
juego.
Entre el nerviosismo ante la imprecisión y las pérdidas no forzadas
del anfitrión, Patronato comenzó a llegar al área de Rigamonti. Fue
a los 10 minutos que el equipo de Pumpido, con una serie de toques,
puso a Balboa cara a cara con el meta, y el delantero vulneró la
valla fortinera.
Fue un mazazo. Un duro golpe. La tensión aumentaba y los caminos
hacia Bértoli, se hacían cada vez más difusos. Sólo los arrestos
ofensivos de Mauro Zárate, arrastrando marcas y exigiendo desde su
gambeta, se mostraban como esperanza de una posible igualdad.
Para el complemento, el entrenador movió fichas rápido. Amarilla
ingresó por Salinas, y Nico Domínguez lo hizo por Méndez, quien
estaba amonestado. Con empuje y también con algo de orden, Vélez fue
sumando minutos de tenencia, intentando la elaboración desde el
desequilibrio. Heinze sumó también en cancha a Lucas Robertone.
Creció Mainero, quien se ofrecía por las bandas; tanto como lo
intentó Bouzat. Totín bajaba para entrar en juego, siempre con buen
tino. Mauro seguía siendo la tentación de un gol que se atragantaba
en cada llegada. Porque Bértoli tuvo una tarde clamorosa y porque en
esa puntada final, a Vélez le faltaba hilo en el carretel. Rebotes y
tapadas, un tiro libre de Zárate descolgado del ángulo. Lo mucho que
le costaba al Fortín llegar, el arquero rival lo resolvía con cierta
facilidad.
A poco del final y volcado en ataque, el equipo de Heinze recibió
otro cachetazo. Escapó Garrido a la marca y centró al corazón del
área chica buscando a Ribas. El punta metió el botín a la salida de
Riga y así cerró toda ilusión.
Vélez, con un solo volante central, perdió la batalla en el
mediocampo; quedó como un equipo largo y sin conexión y recibió el
tiro de gracia a los 41 minutos de la parte final, con el gol de
Ribas entrando solo al área tras un centro desde la derecha.
La silbatina del final de partido no coincide con la fiesta del
comienzo. El contrapunto es elocuente: Vélez acaba de perder con
Patronato por 2 a 0 y al hincha no le alcanza la vuelta de su hijo
pródigo,Mauro Zárate, quien reapareció luego de casi cuatro años de
ausencia. Tampoco la verticalidad bielsista que planea Gabriel
Heinze (con nuevo esquema táctico: 3-3-3-1). Es que el resultado
duele. Duele y preocupa. Porque Vélez acaba de quedarse sin puntos
ante rivales directos en la traumática tabla de los promedios.
En la próxima fecha, la 16ta, Vélez -que quedó apenas un puesto por
encima de la zona de descensos- visitará a Belgrano de Córdoba y
Patronato recibirá en Paraná a Chacarita.