Si el ceibo es la flor nacional, el jacaranda es el árbol que pinta
las calles de la Ciudad, de hecho en el 2015 se lo nombró árbol
distintivo de CABA. Es testigo fiel de nuestras vidas y no reparamos
a diario que es la escenografía de gran parte de nuestros momentos.
Las calles que cobijan este árbol se tiñen de violeta, el color de
su flor. Hay más de 11 mil ejemplares en la Ciudad, según el último
Censo de Arbolado Público. Predomina en las calles de Versailles
durante la primavera, por eso la Nilda Mileo retrató las
características del Jacarandá, de esta manera:
¡Hay azul en el cielo!
¡Es primavera!
Hay azul en el árbol
Hay azul en el suelo
¡Azul en la vereda!
Es que son sus típicas flores color azul violáceo las que vuelven a
sus calles, avenidas y plazas un verdadero espectáculo visual.
Los jacarandás porteños fueron incorporados al paisaje urbano por
Carlos Thays. Según el último Censo del Arbolado Público Lineal de
la Ciudad, en la actualidad hay poco más de 11.000 ejemplares, en
cada comuna.
"De gran adaptabilidad al medio y las condiciones urbanas, el
jacarandá se ha convertido en una de las especies más emblemáticas
de la Ciudad, pretendiéndose incrementar su presencia hasta los
límites que la espacialidad urbana y los criterios de biodiversidad
lo permitan”, explica el Plan Maestro para el Arbolado, publicado
por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, según el cual ocupa
el séptimo lugar entre las especies más comunes.
Jacaranda es un género de unas 50 especies aceptadas, de las 120
descritas,2 de árboles y arbustos de la familia de las
bignoniáceas, típicos de la América intertropical y subtropical.
Muchas especies pueden alcanzar desde los 2 a los 30 metros de
altura, de los cuales el fuste representa unos dos tercios. Éste
llega a los 70 cm de diámetro, de forma recta y estilizada. La copa
es poco densa y se asemeja a un cono invertido.
Florece dos veces por año, en primavera y otoño, varía su color
hacia el rosado en algunas especies, y al blanco en otras pocas. Las
flores, de un color azul violáceo, permanecen largamente en el
árbol. El fruto es una cápsula plana y leñosa, con dehiscencia
circuncisa, de unos 5 a 7 cm de diámetro, con semillas aladas.
Jacaranda: nombre genérico que deriva de la voz guaraní: hakuã, que
tiene perfume y renda, lugar, sitio, o sea "fragante".
Su madera gratamente aromática es muy apreciada en ebanistería y
carpintería, en especial para realizar laminados. A algunas de estas
variedades se las denomina impropiamente "palo rosa" aunque tal
nombre corresponde más exactamente al "peroba". Lo mismo ocurre con
la denominación "palo santo" que corresponde con más precisión al
guayacán.
Por su aspecto, los jacarandás son interesantes en jardinería. La
corteza es astringente, aunque no en dosis que admitan su uso
industrial.