Graciela Zabala es integrante de “Los Pitucos de Villa del Parque y
Devoto”.Tiene hijos y nietos integrados a esa murga que defiende
como “un espacio intergeneracional”.
“Nos decían PAMI, porque somos mujeres grandes. De ahí surgió
llamarnos las “pami. Somos las adultas murgueando.”
¿En este carnaval, a
diferencia de otros feriados cómo fue la convocatoria?
Se hizo un trabajo interesante con respecto al carnaval, que es muy
importante para la sociedad no solo porteña sino argentina.
A partir de la última dictadura militar, con la prohibición del
carnaval, en muchos lugares del país nunca se ha dejado de festejar
como en Jujuy y La Rioja. En la capital los corsos sí fueron
prohibidos. Pero con la democracia los murgueros volvieron a
reivindicar su derecho al festejo, y se logró el reconocimiento como
patrimonio cultural de la Ciudad. Años después se consigue
reinstalar el feriado del carnaval a nivel Ciudad y luego nacional.
Estamos en momentos en que todavía no se acepta como derecho o parte
de nuestra identidad, pero año tras año la sociedad va tomando
conciencia de que hay derecho a celebrarlo.
¿Hubo muchas voces en contra
este año? La celebración es un feriado que da cuenta de la posibilidad de
usar las calles manifestándose a través de este arte y hay que
bancarse que la gente esté en la calle si quiere criticando al
poder.
Estamos ahora con una gestión gubernamental tanto en Ciudad,
Provincia o Nación, que prefiere el control, no compartir el espacio
público y todo se hace complicado.
La noticia más importante es
sobre el grupo de murgueros baleados por Gendarmería…
Es el hecho más extremo y escandaloso, porque fue reprimido un
ensayo de la murga, y todo el mundo sabe que está compuesta la murga
por gente grande y por niños. La impunidad con que actuó Gendarmería
da cuenta del poco respeto por la murga y del abuso de poder.
¿Han vivido ustedes situación
similar?
La actividad murguera sigue siendo cuestionada. Hay una oposición de
intereses, están los vecinos que les gusta que se celebre y están
los que no lo toleran. Si analizamos la intolerancia vemos que son
resabios de autoritarismo. La murga está relacionada con lo popular,
los muchos, los pobres, aunque hoy día no tenga esa composición
social, la murga representa una voz de aquellos que normalmente no
tienen dónde poder decir, y todo el aparato represivo control social
se pone en marcha.
Desde tiempos inmemoriales se sostiene esta fiesta y sigue viva y
tiene simbolismo religioso, no ortodoxo y tiene mística. De ahí
viene tal vez ese rechazo.
¿Se representan las murgas de
todos lados?
Creo que la murga en sí misma lo representa. Es una de las
expresiones del carnaval, están las diabladas, las comparsas del
litoral, etc. En el río de la plata está el fenómeno de la murga y
la murga porteña de la que formo parte. También se habla de la murga
argentina. En cada provincia toma una característica particular del
lugar, siempre con un formato parecido al porteño con desfile,
bombos, platillos, canciones y ahí está la crítica, y en cualquier
parte va a expresar una sátira, ironía sobre los que ostentan el
poder. Algunos podrán ser políticos, personajes sociales, de la
cultura, los medios, el deporte, eso es la murga.