Nuestro barrio fue protagonista
de una crónica redactada en el diario La Nación, y a pesar de
ciertos detalles agregados para hacer a la historia más pintoresca
es una forma de saber como somos percibidos.
Aquí dejo la nota entera:
Cada 25 de Mayo y 9 de Julio, un
grupo de más de 50 personas, casi todas mayores, se autoconvoca
alrededor del mástil instalado en el centro de la plaza Belisario
Roldán, en las entrañas de Versailles. Cuando apenas asoma el sol,
los vecinos del singular barrio del oeste porteño se reúnen para
entonar las estrofas del Himno Nacional, con un tocadiscos de por
medio. En cada fecha patria, colocan una bandera argentina en el
mástil y la izan al compás de la melodía que reproduce el disco de
pasta.
La tradicional ceremonia se repite sin cambios con el transcurso de
los años, en un escenario que también parece detenido en el tiempo.
Situada en la intersección de las calles Gana y Santo Tomé, a sólo
una cuadra de la avenida General Paz, que la separa del conurbano
bonaerense, la Belisario Roldán funciona como lugar de encuentro de
vecinos, de niños que juegan o hacen deportes y de vecinas de
décadas que pasan algunas horas de la tarde a la sombra de sus
árboles.
Es una porción de espacio verde pequeña, que conserva los caminos de
tierra, mantas de ladrillo molido en ciertas porciones del terreno y
los bancos de granito originales. No tiene juegos para niños y es
hogar de todo tipo de especies de aves: chimangos, tordos, colibríes
y pájaros carpinteros.
Hay pocos rincones de la Capital que se conservan iguales durante
cinco décadas. Esta manzana es un ejemplo.
Según cuentan los habitantes de Versalles, los vecinos de la plaza
resisten la puesta en marcha de los proyectos de modernización y
revalorización impulsados por el gobierno de la ciudad. "Siete años
atrás, hubo un intento del gobierno de cambiar los bancos de granito
por otros de madera y de enrejar la plaza, pero la asociación
vecinal los detuvo. Hay una tradición muy fuerte en torno a la
plaza, y la mayoría no quiere que cambie", explicó Laura González,
que vive sobre la calle Santo Tomé desde hace más de 20 años.
Pegado al barrio de Liniers, Versailles está poblado de casas
antiguas, algunas de ellas de casi 100 años de antigüedad, buenos
vecinos y costumbres tradicionales. Loli, una vecina que desde hace
más de 70 años reside frente a la Belisario Roldán, relató: "Ésta es
una plaza que está siempre igual, pareciera detenida en el tiempo.
Las pocas mejoras que le han hecho no se conservaron, y la gente
además es muy descuidada".
A tres cuadras de la plaza funciona la escuela primaria Guillermo
Enrique Hudson, que se conserva igual que 40 años atrás, y a nueve
está el Ateneo Popular de Versailles, otro tradicional punto de
encuentro de los vecinos.
"Yo nací en el barrio y viví fuera del país varios años. Cuando
volví, encontré que la plaza especialmente y el barrio en general
están prácticamente iguales, y hasta algo deteriorado", contó Daniel
Albor, otro vecino de la zona.