El escritor Eduardo Sacheri recibió la distinción de Personalidad de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires en el bar notable “El banderín” en Almagro. El proyecto de declaración fue de autoría del diputado Maximiliano Ferraro, y Fabio Basteiro (MC), y se aprobó por unanimidad en la Legislatura porteña.

¿Fue idea suya hacer el acto fuera de la Legislatura?

En realidad me preguntaron cómo quería hacer esta ceremonia,  y yo propuse hacerlo de la manera más informal posible. Si bien agradezco el gesto y me genera mucho orgullo, te confieso que la formalidad me parece que me queda grande.

¿Te sorprendió que tu distinción haya sido aprobada por unanimidad del cuerpo parlamentario?

Me gusta mucho (risas)… Me quedo envarado para responderte porque que te distingan es muy lindo, pero al mismo tiempo me genera mucho pudor que sea algo en lo que se pongan de acuerdo distintas posturas políticas e ideológicas. Me llena de satisfacción.

Una vez contó que el día que se jugó Argentina – Inglaterra en México ´86 estaba yendo a conocer a los padres de su novia, ahora previo al mundial en Brasil recibe este reconocimiento, ¿Si le decía hace 28 años que iba a ser una personalidad de la Cultura me hubiese dicho que estoy loco, no?

Sería totalmente inimaginado. Hoy hablaba con mi mujer antes de venir para acá, que es precisamente esa novia del ´86, de estas cosas raras y felices que van pasando. Pero creo que lo mejor que puede hacer uno es no creérselo, porque así te sentís más libre para seguir pensando, escribiendo y asombrándote con lo bueno que te va sucediendo.

Sin empañar  este festejo para hablar del presente de Independiente. ¿Qué balance hace de la incursión de los “hinchas genuinos”? 

En el caso de Independiente tuvimos una gran esperanza y una gran decepción, muchos hinchas y socios apoyamos lo que fue esa cruzada inicial del Presidente (Javier) Cantero cuando recién asumió de erradicar a la barra del club. Fuimos miles los que cantamos en las cancha contra los barras y es un motivo de orgullo eso, pero  lamentablemente la situación futbolística y financiera del club se derrumbó a pasos agigantados, y todo lo bueno que pudo haber podido hacerse quedo prácticamente en la nada. El rojo ahora está sumergido en una crisis absoluta y me parece lamentable no sólo para Independiente, sino para todo el fútbol argentino que ese intento haya quedado sin el mejor resultado. Quedó gastado en partidos.